A Nuestra Señora del Perpetuo Socorro:
¡Oh María del Perpetuo Socorro!
Has querido llamarte con este nombre tan consolador, con el nos recuerdas que esos ruegos de Madre ante tu Hijo, pueden alcanzarnos la salvación y cuantas gracias necesitamos.
Con el nos recuerdas, la preocupación angustiosa de tu corazón por nosotros, desde el momento en que al pie de la cruz, Cristo te proclamo madre nuestra.
Y con este nombre quieres despertar nuestra confianza, para que nunca temamos acudir a ti, en este valle de lágrimas.
Socórreme siempre, Madre, y particularmente en la necesidad que te presento.
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ruega por nosotros. Amén
A la Santísima Virgen María.
Con filial caríño vengo
a ofrecerte en este día
cuanto soy y cuanto tengo.
Mi boca para cantarte,
mi voz para bendecirte,
mi corazón para amarte,
mi vida para servirte.
Acepta, Madre, este don,
que te ofrenda mi cariño,
y guárdame como a un niño
cerca de tu corazón.
Que nunca sea traidor
al amor que hoy me enajena
y que desprecie sin pena
los alagos de otro amor.
Que, aunque el dolor me taladre,
y haga de mi un crucifijo,
que yo sepa ser tu hijo
y sienta que eres mi Madre.
En la dicha, en la afliccion,
en la pena, en la alegría,
¡mírame con conpasión,
no me dejes, Madre mía.
Amén